La vida en Georgetown es tranquila. El calor, que en el día supera los 30 grados centígrados, obliga a buscar una sombra o caminar por calles y avenidas de irregular pavimentación con una sombrilla para protegerse de los rayos solares.
Los más de 239.000 habitantes de la capital de Guyana son de una composición étnica variada, con predominio de descendientes de indios y africanos.
Viven en casas de techos a dos y cuatro aguas, hechas de listones de madera, que proyectan una imagen similar a la de las islas del Caribe que, al igual que el país, fueron colonias británicas.
En esas viviendas y esas calles el tema de la soberanía sobre el Esequibo no es el centro de la discusión diaria; puede que no amenice las comidas de muchos de restaurantes, pero está allí, latente.
El taxista Michael Young, de 25 años de edad, aseguró tener una vaga idea. «Sé que hay una discusión sobre la zona», reconoció mientras conducía.
Shanlle Garraway, que labora en un hotel en Sts Queenstwon, demostró mayor conocimiento. «Implica la definición de la frontera occidental del país y, supongo, de las riquezas que hay en la región, sobre todo el petróleo; me interesa porque tengo un familiar en Venezuela», precisó.
«No estoy muy informada, pero creo que es posible que no todo el Esequibo sea nuestro; me imagino que es lo que se discute», expresó Serene Delonge, que atendía un comercio en el mercado más importante de Georgetown, el Stabroek Market, donde confluyen buena parte de las rutas de transporte y llegan las barcas que atraviesan el río Demerara con personas de otros poblados.
Un oficial de policía que no dio su nombre se limitó a decir mientras se resguardaba del sol en la avenue of The Republic: «No es posible una guerra; nuestros presidentes son muy cercanos; saben que eso se soluciona en una mesa, dialogando».
«La negociación es la única vía, aunque hay que dejar claro que el Esequibo es de Guyana», agregó la consultora de mercadeo Susana de Jesús, cuya familia materna es de origen venezolano.
El conocimiento profundo del tema parece haber quedado para las viejas generaciones y una elite preocupada por mantener en su mapa al Esequibo y a sus riquezas minerales, maderas e hidrográficas como parte de su territorio.
«El tema dejó de ser sensible porque hay conciencia de que el Gobierno de Venezuela no quiere atacar», señaló Chamanlall Naipaul, editor asistente del diario Guyana Chronicle.
«No está en la agenda diaria; desde hace muchos años los gobiernos no hacen campañas para recordarlo. Aunque no es uno de los problemas más graves para la población, está allí y puede remover la fibra nacional», expresó una fuente periodística que solicitó el anonimato.
La sensibilidad que genera en especialistas se palpa en el aire. Por eso algunos prefieren callar. «¿Qué puedo aportar? Las declaraciones tienen que venir de la Cancillería; la prudencia es lo mejor», advirtió el abogado Barton Scottland.
El ex funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Guyana Cedric Joseph se limitó a explicar «la posición histórica» del país. «El Laudo de París, de 1899, decidió que el Esequibo es parte del país. Esa ley internacional, reconocida y aceptada mundialmente permitió establecer la frontera. Venezuela lo ha calificado de nulo e írrito, pero no ha mostrado pruebas, como mapas o documentos, que lo invaliden», indicó.
Evitó explicar por qué si Guyana se apega a la decisión internacional, aceptó el Acuerdo de Ginebra, firmado en 1966, en el que se pide buscar un acuerdo satisfactorio para las partes.
Igual respuesta se obtuvo al preguntarle por qué Georgetown no consultó a Caracas la extensión de su plataforma continental. «Ambas cosas debe decirlas el Gobierno», dijo.
Para Naipul, la controversia debe resolverse pronto. «Hay empresas que no quieren invertir en la zona porque Venezuela puede vetar cualquier decisión.
Por la protesta de Caracas, en 2000 se suspendió la construcción de una plataforma de lanzamiento espacial en el Esequibo, que iba a representar una inversión millonaria», indicó.
A partir de 1966 se ha buscado una salida. Desde 1989 se ha trabajado con un buen oficiante de la ONU para hallar el fin de la controversia. Naipul advirtió que sería positivo explorar otras salidas. «Podría ser el establecimiento de un tribunal especial para el caso. Veo a Venezuela bastante ganada a la idea de cooperar para resolverlo. El presidente Hugo Chávez ha expresado su interés en colaborar con Guyana y en tener relaciones fuertes y estrechas y es positivo», indicó.
En ambos países habrá elecciones presidenciales. En noviembre se celebrarán las de Guyana, el mandatario Bharrat Jagdeo no puede presentarse otra vez porque lleva dos períodos. Los comicios venezolanos serán en octubre de 2012, con la salud del presidente como factor que genera incertidumbre.
«No creo que cambie la situación en Guyana sobre el tema porque es un asunto de Estado. En Venezuela veo dos escenarios: si hay cambio de presidente, la negociación será más complicadas; si Chávez logra la reelección, el proceso seguirá avanzando como hasta ahora», remató Naipul.