Urbaneja y el Esequibo. #SectorAcuatico

Urbaneja y el Esequibo

18.01.2015 05:01 AM «El ilegal avance evidenciaba las inadmisibles pretensiones de posesionarse y controlar nuestro río, así como en los territorios ubicados entre el Amacuro y Barima»

José Félix Díaz Bermúdez

Desde Lechería.- Diego Bautista Urbaneja Alayón (1817-1892), -hijo del ilustre prócer barcelonés de nuestra independencia del mismo nombre-, destacado político y abogado que durante los gobiernos del general Antonio Guzmán Blanco, fue ministro de Interior y Justicia, de Relaciones Exteriores y estuvo encargado de la presidencia de la República.

Entre sus actos más relevantes como canciller estuvo su respuesta al gobierno británico por la usurpación de nuestro territorio Esequibo durante las invasiones realizadas entre los años 1886 y 1887, cuando fueron amenazadas las bocas y afluentes del Orinoco.

El ilegal avance evidenciaba las inadmisibles pretensiones de posesionarse y controlar nuestro río, así como en los territorios ubicados entre el Amacuro y Barima.

Luego de tales hechos se presentó la protesta oficial venezolana y se realizaron urgentes reuniones en las que participaron el doctor Urbaneja, su predecesor el doctor Rafael Seijas y el propio presidente Guzmán Blanco con el ministro de Gran Bretaña en Venezuela, en las cuales se le manifestó al funcionario inglés el rechazo del país por tales hechos, los derechos que nos asistían, así como la decisión de Venezuela de erigir un faro en la Punta de Barima.

Urbaneja calificó: “el deleznable fundamento” de tales pretensiones, emplazando con firmeza al gobierno británico a desocupar el territorio: “desde las bocas del Orinoco hasta el Pomarón” advirtiendo la posible ruptura de relaciones diplomáticas.

“La conclusión lógica de la existencia de una controversia sobre la propiedad de tierras y aguas -afirmaba Urbaneja-, debía ser cuando más la conveniencia de neutralizar de común acuerdo los lugares del litigio, pendiente de la decisión del mismo. Pero resolver por sí solo y con menosprecio de los derechos de otro, la apropiación de la cosa controvertida es, a la luz de toda jurisprudencia, una violación injustificada del más sagrado derecho de las naciones, es una herida mortal a la soberanía de la República”.

El 7 de marzo de 1887, Guzmán Blanco se dirigió al Congreso para informar sobre la situación y acerca las observaciones formuladas por su gobierno a Inglaterra y afirmó que: “En todo caso el honor está corriendo y correrá la suerte de la Patria”. El Congreso, días después, le expresó su respaldo pero sus adversarios objetaron varios aspectos de su política interna y exterior sobre el asunto, pero reivindicando en todo caso la defensa de los límites de Guayana.

Guzmán por su autoritarismo y despotismo, por sus contradicciones y sus vicios, había perdido entonces de manera creciente influencia y credibilidad frente al país.

Ante el insólito desconocimiento de los derechos de Venezuela y la presencia inadmisible de ilícitos e ilegales actos de usurpación y de despojo en el propio territorio en disputa, la doctrina que planteó el ministro Urbaneja recobra hoy especial significado, nos exige mantener una postura decorosa, firme, consecuente con los derechos de la patria, con nuestra indeclinable dignidad y honor nacional quebrantado por los actos, hechos e intereses de los herederos y beneficiarios del colonialismo.

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